No he de callar, por más que con el dedo, ya tocando la boca, o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo

domingo, 19 de abril de 2009

OTRA VARA DE MEDIR


La ostensible mayoría conservadora de la judicatura se hace oír cuando conviene a sus intereses políticos. De nada sirve que la inversión en medios o el incremento de plazas sea muy superior al de las Legislaturas presididas por Aznar. Y de de nada sirve porque su intención política es tan obvia, tan zafia, que amenazan con una huelga sin haber siquiera empezado una negociación. La versión extremeña de este conflicto artificial es la de unos órganos judiciales especialmente belicosos contra el Gobierno, versión que enlaza con la de la España profunda del nacionalcatolicismo.
Rodríguez Ibarra se caracterizaba por proporcionarnos titulares impactantes, con repercusión nacional, muchos de ellos a costa de algunos jueces. Todavía se recuerda la perseverancia de Marino Barbero, tratando de encausar a Rodríguez Ibarra, y los sonados encontronazos con los magistrados Crespo y Jubete. Aquéllas sí que fueron unas batallas, con daños colaterales inclusive. Pero ahora son tiempos de Fernández Vara, tiempos de soluciones dialogadas, de auténtico rechazo psicológico a todo lo que signifique encontronazo. Las muestras de afecto en la distancia corta y la mano tendida al pacto largo han sustituido a la frase lapidaria, inmisericorde, cortante, demoledora. No, Fernández Vara no nos proporcionará ningún titular altisonante, todo lo más que podemos esperar de él es alguna llamada a la cordura o alguna reflexión desde las entrañas mismas del marco constitucional. Puede que este cambio de talante decepcione, exaspere a la vieja guardia, tan acostumbrada al cuerpo a cuerpo, pero también puede que los resultados sean más efectivos. Por el camino que van, los jueces en general y los jueces extremeños en particular, ahondarán su creciente desprestigio social. Y es bueno dejarles solos en su empeño, no facilitarles asideros a su mediocridad argumental.
En fin, son otros tiempos en Extremadura y hay otra vara para medir la realidad.
Simón Gostogarai

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