No he de callar, por más que con el dedo, ya tocando la boca, o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo

martes, 15 de marzo de 2011

EN LA ENCRUCIJADA


En efecto, RodrígueZP no tiene la culpa de la crisis, ni siquiera tiene toda la culpa de los estragos que la crisis ha causado en nuestra economía, no obstante lo anterior, en la ciudadanía, en el electorado ha calado la firme impresión de que es incapaz de ofrecer soluciones creíbles. Es más, ese baile de medidas con dos pasos hacia adelante, uno hacia atrás y otro hacia el lado (derecho), tiene desconcertado al personal. Vamos, que a RodrígueZP se le percibe más como un problema que como una solución. Hasta los mismísimos socialistas están desolados por este rumbo incierto tan criticado. A tanto llega la cosa que los barones regionales no quieren su presencia en campaña por el lastre que les supondría. La cosa está fea, y no tiene visos de mejorar. Así pues, a grandes males, grandes remedios.
En ajedrez, hay una jugada clásica conocida como gambito de dama, un sacrificio sorprendente que da unos magníficos resultados en situaciones muy comprometidas, sobre todo si el contrincante es tan necio como Rajoy. Aunque no es menor necedad el agotar una partida que se sabe perdida, sobre todo porque la prolongación de la agonía acrecentará el estrépito de la derrota. Osadía y al contraataque, muchach@s, que no es lo mismo perder por la mínima que perder por goleada.
El PNV no quiere elecciones anticipadas porque no le conviene a sus intereses. He aquí un aliado de conveniencia que garantizaría la superioridad numérica en el Congreso. Con estos mimbres, bien podía dimitir RodrígueZP como presidente del Gobierno, mejor mañana que pasado. Habría que elegir, hasta agotar la Legislatura, a un nuevo presidente de entre los diputados electos, que bien podía ser Rubalcaba, favorito de los socialistas y de las encuestas. Jugar a las sucesiones inquieta, aburre e irrita. Y la espera desespera, amén de tensar la cosa orgánica y acrecentar la hemorragia electoral.
Cagando se quedaría Rajoy con un regate tan inesperado. La ocasión la pintan calva y calvo está Rubalcaba.